jueves, 1 de mayo de 2014

Bioética e investigación: Transgénicos

En la actualidad, existe cierto conflicto ético acerca de los alimentos transgénicos en la sociedad, los usos que se les puede dar y las consecuencias de ingerir los mismos. En esta entrada me gustaría explicar de forma sencilla, clara, precisa y breve qué son los alimentos transgénicos, pues, en mi opinión, la mayoría de prejuicios que se tienen con este tipo de alimentos son debidos al desconocimiento por parte de un sector de la sociedad que hace mucho que dejó de estudiar una asignatura de ciencias (teniendo en cuenta, además, que las tecnologías utilizadas son bastante actuales y las personas de cierta edad no lo estudiaron porque sencillamente no se había desarrollado. 

¿Qué es un alimento transgénico?
En primer lugar debemos saber qué es. La Real Academia Española define este adjetivo como "dicho de un organismo vivo: que ha sido modificado mediante la adición de genes exógenos para lograr nuevas propiedades", tal y como podemos consultar en su diccionario online (disponible aquí).
      Lo cierto es que es una definición bastante acertada. Ahora debemos saber interpretarla para no escuchar más argumentos inválidos y falacias del tipo "No quiero comer tomates con ADN" porque lo cierto es que todos los alimentos tienen ADN. El ADN (ácido desoxirribonucleico) es el material genético que define cómo es cada organismo y cada compuesto formado por materia orgánica. Este ADN se agrupa en genes, siendo cada gen especifico para una característica o cualidad  de cada individuo y organismo. Así pues, todas nuestras células y las de los alimentos que ingerimos tienen su ADN tal y como se explica en la siguiente imagen:
Organismo -> Célula -> Cromosoma -> ADN -> Gen
     Entendido esto, comprendemos ahora que los alimentos transgénicos no son más que alimentos a los que se les ha introducido un gen de otro organismo con el objetivo de mejorarlo en cuanto a alguna de sus características. 

¿Para qué se producen alimentos transgénicos?
Los alimentos transgénicos fueron producto de los grandes avances en la ingeniería genética. Con ellos, se busca en un principio mejorar los alimentos ya disponibles en la naturaleza. Por ejemplo, la producción de plantas resistentes a microorganismos que suelen acechar las cosechas o, si esto no es posible, hacerlas inmunes a los pesticidas que acaben con insectos que las infectan. Así pues, también se puede utilizar la técnica del ADN recombinante para mejorar los alimentos en cuanto a tamaño, color o forma para hacerlos más atractivos al consumidor o incluso menos perecederos:
Tomates naturales (izquierda) frente a transgénicos (derecha)


Otro posible uso que se le ha dado a organismos transgénicos muy positivo (no relacionado con los alimentos pero que cabe destacar) es el uso de éstos para eliminar otras plagas infecciosas como es el caso del dengue en Brasil o la hiperproducción de insulina en E.coli para disminuir la explotación de animales y aumentar el beneficio económico. 

Debate social y ético
Si bien es cierto que en un principio los alimentos transgénicos prometían ser el resultado de grandes avances en la sociedad como el fin del hambre en el mundo y de ciertas enfermedades, los resultados no han sido tan favorables. Aún es necesario un amplio estudio de los posibles efectos consecuencia de la inserción en nuestro organismo de estos alimentos y, aunque aún no se hayan descrito grandes efectos mutacionales, la desconfianza de la sociedad se plasma en el último estudio realizado sobre el consumo de alimentos transgénicos, donde se revela que en apenas seis países se consume este tipo de productos (podéis leer la noticia en este enlace). 
     Así pues, el monopolio de los países desarrollados de estas técnicas de manipulación genética podría suponer un enriquecimiento de las grandes potencias económicas mundiales, que provocarían la dependencia alimentaria y el consecuente aumento de pobreza en países subdesarrollados. 

Por una razón o por la otra, lo que está bien claro es que los alimentos transgénicos aún son cosa del futuro. Tendrá que pasar tiempo para que los investigadores que trabajan por un mañana mejor hallen la fórmula perfecta para una manzana que no se oxide sin que su sabor se vea alterado; y aún más para que la sociedad esté preparada ante lo, por ese entonces, no tan desconocido...





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